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martes, 10 de julio de 2018

Lucifer : el regreso de la bruja rubia


Cuando escuchamos el álbum debut de Lucifer (reseña-review), sabíamos que estábamos frente un disco obscuro clavado en el hard rock vintage cercano a los primeros instantes del doom que se convertiría en referencia obligada del género para esta década. La nueva banda creada por la rubia obsesionada con la magia, la superstición y la numerología tras el rompimiento de The Oath y el reconocido guitarrista Gaz Jennings de Cathedral y Death Penalty volvería a colocar al tenebroso sonido de guitarras distorsionadas y riffs enigmáticos en su merecido nicho; pero tras la gira proporcional del disco, el guitarrista anunció su salida. Había llegado el momento para Johanna Sodanis para su reconfiguración.

Al enterarse de la noticia, el mítico guitarrista sueco Nicke Andersson quien había formado parte de emblemáticos proyectos como Entombed, The Hellacopters y Imperial State Electric se acercó a su amiga para reconstruir a Lucifer. La idea original del grupo era crear música inspirada en el hard rock heredero de la psicodelia más ácida como Deep Purple, Black Sabbath, Steppenwolf o Blue Öyster Cult, por lo que Andersson inyectó toda su energía para componer junto con Sodanis una colección de temas potentes que mantuvieran el halo misterioso que la rubia alemana siempre ha impreso a sus bandas.


Para complementar el nuevo concepto, Nicke Andersson contactó a Robin Tidebrick, quien aprovechó una pausa de su banda de hard rock y proto-metal Saturn, para que hiciera todas las guitarras principales. Fue así que el trío se metió en el verano de 2017 a los estudios The Honk Palace para grabar el segundo volumen de Lucifer, un álbum grabado completamente por el propio Andersson, mezclado en España por Ola Ersfjord (quien es conocido por su trabajo con Tribulation y Dead Lord) y masterizado por Magnus Lindberg (quien ha trabajado con Cult of Luna, Black Bonzo y Greenleaf).

Desde sus primero acordes, Lucifer II difiere de su antecesor en sus líneas melódicas más luminosas, la fuerza de su interpretación y los ritmos infecciosos que inmediatamente sueltan su veneno desde la primera escucha. Todos los instrumentos fueron interpretados por el demonio de Estocolomo, lo que demuestra su compromiso con el proyecto y la influencia que inyectó sobre él. Finalmente tenemos la oportunidad desde los primeros días de julio de 2018 de poder escuchar el disco completo a través de Century Media Records y comprobar con nuestros propios oídos al renovado Lucifer.


Por momentos podemos detectar en Lucifer II el hard rock violento bajo la más clásica escuela sueca como en "Aton" y "Phoenix", pero es innegable la intención de Andersson de respetar el sonido alcanzado por el proyecto en su álbum debut; por lo que se degusta fácilmente el proto-metal  con suaves líneas melódicas creadas por Sadonis inpirada en Heart y Fleetwood Mac en "Reaper on your heels" y "Before the sun. Por si fuera poco, y fiel a su estilo, la rubia bruja alemana rescata aquel sabor proto-doom en nebulosos temas como "Dreamer" (un recuerdo directo al The Oath junto con la bella guitarrista Linnéa Olsson) y "Faux Pharaoh" (con un cierto sabor a Uncle Acid & the deadbeats por medio de sus guitarras desgarradoras y aletargadas que terminan transformándose en un heavy metal hiriente).

Como primera muestra del cambio que se escucha en Lucifer II, la banda publicó en mayo de 2018 a través de sus redes sociales como su primer single "California son", tema inaugural del álbum que sin duda está clavado en el hard rock sueco gracias a su entrecortado ritmo insistente que desborda pasión y energía mientras nos permite enamorarnos (otra vez) de Johanna Sardonis. Un ligero toque de teclados se escuchan como ácido telón mientras los instrumentos de cuerda marcan la figura hipnótica y la batería rompe con todo lo que podríamos esperar. Los solos de guitarra se superponen unos sobre otros hasta que los acordes nos regresan definitivamente al sendero inicial, sin embargo, al pasar los tres minutos y medio que dura la canción, poco a poco vamos subiendo la mirada de la ardiente carretera al cielo estrellado mientras una densa nube se posa sobre nosotros para anunciarnos la fuerte tormenta que se avecina.

Bajo su imagen de entallado cuero negro, Johanna Sadonis se sube a la moticicleta para recorrer los polvorientos caminos mientras las bocinas explotan al ritmo adictivo de "Califonia son". Para completar el club sobre ruedas, Robin Tidebrink y Nicke Andersson aceleran y queman los neumáticos sobre el asfalto que está bajo sus pies. Este es el concepto visual que sirve de video promocional para el primer single de Lucifer, un trabajo realizado por la casa productora Klinta-Forsberg y dirigido por la propia rubia alemana. Son innegables las influencias en este video surgidas directamente de las viejas películas de bandas de motociclistas que azotaban los caminos de California en los años 50's y 60's como "The wild one" (1953), "Born losers" (1967), "Easy rider" (1969) y, por supuesto, "The girl on a motorcycle" (1968) con Marianne Faithfull enfundada en su traje negro.


Para promocionar Lucifer II, la banda ha incluido en su lista de integrantes al bajista austriaco Alexander Mayr y al guitarrista Martin Nordin, éste último integrante de la banda sueca de hard rock Dead Lord; con la intención de recrear en vivo lo alcanzado por Nickle Andersson en el estudio, dejando de manera sorprendente a éste en la batería. Tras unas semanas de prueba, Lucifer incluyó a Linus Björklund como otro guitarrista más, pero su ingreso habla de los compromisos que Robin Tidebrink tiene que cumplir con Saturn. La rubia bruja ha regresado y no lo ha hecho sola, pues el demonio de Estocolmo está a su lado como su diablo protector, así que ahora es nuestro turno de escuchar detenidamente los nueve temas que conforman el segundo álbum de Lucifer para saborear detenidamente su obscuridad mientras su misticismo ahoga la atmósfera, mientras la magia de lo desconocido nos toma por sorpresa y mientras nos deleitamos ante aquella mujer en cuero negro frente al micrófono...


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