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miércoles, 25 de julio de 2018

Viaje a Ixtlán : un breve trago de onírico líquido


Cuando escribimos sobre Viaje a Ixtlán hace dos años, lo hicimos bajo el recuerdo de aquel libro rescatado entre los escombros de un lugar derrumbado por la fuerza de un sismo despiadado, pretexto ideal para recordar una historia personal y para permitir un vuelo descontrolado por medio de la música etérea y la magia desamarrada por el ambiente sonoro (reseña-review). El tiempo ha pasado y ahora es momento de regresar los tímpanos hacia aquella fuente de imaginación que un día colmó la mente de recuerdos y escapes para intentar nuevamente una travesía más allá de los límites de nuestra realidad.

Aquel juego instrumental que corría desbocado por la imaginación fértil del oyente virgen logró identificar algunos rasgos de una banda argentina que buscaba reflejar en su propuesta sonora lo que es el tiempo, la vida y la muerte a través de un viaje interminable, quizá eterno. El capitán de este barco de múltiples posibilidades se mantiene al mando, pero a esta aventura se han sumado nuevos marineros dispuestos a atravesar las aguas de lo desconocido por medio de un onírico embeleso de música y tenues líricas.

Mariano Bertolazzi ha lanzado a su Viaje a Ixtlán a una nueva peripecia, pero siguiendo la lógica del breve sorbo, nos ofrece apenas una pequeña probada de su próximo retoño discográfico. Y aunque ello podría significar tan sólo una gota de su océano auditivo, la banda nos prepara para saborear detenidamente y sin prisas el nuevo remanso sobre el cual navegará su embarcación. Sus seis cuerdas se electrifican para marcar nuevas melodías llenas de pasión, serpientes que ingresan al vital líquido para sondear sus abismos y buscar nuevos panoramas que permitan el escape de las neuronas aprisionadas por la rutina y el ruido ensordecedor de lo cotidiano y lo banal.

Como un adelanto, ya se puede escuchar "Sueño de agua", tema que muestra los nuevos senderos que Viaje a Ixtlán busca recorrer; lugares donde el poder de los teclados se funde con la guitarra hipnótica para alcanzar los terrenos desconocidos del subconsciente y las quimeras. Con una mezcla mística de rhodes y sintetizadores, Jeque Raffo se transforma en el compañero de fórmula ideal para guiarnos por el nuevo trayecto que tiene por objetivo abrir las puertas de la percepción sin alcanzar un lugar definido.


Los estudios Zar y Black House sirvieron de puerto de partida para esta nueva odisea. El faro que sirve de guía se llama Damian Colaprette, aquel navegante que supo construir el sonido de Manthrass en su maravillo Mapa estelar para llevarlo a constelaciones únicas. Para esta ocasión, el mago tras la consola permite que los sonidos fluyan naturalmente por las bocinas hasta crear un lisérgico ambiente de ensoñación y tranquilidad que se permite explotar en millones de partículas, una pared sonora que iguala a una cascada que resguarda una cueva en su interior.

Un vaporoso bajo interpretado por Cher Man se suma a la oda mientras una batería insistente sobre el influjo de Alejandro Molina recrea un manto misterioso y metálico de platillos omnipresentes sin fin. Mariano Bertolazzi suelta su guitarra en un hermoso solo de guitarra que penetra el dulce velo de la melodía hasta que unos acordes secos rompen el embeleso como cuando un martillo quiebra un cristal, pero todo queda en un espasmo breve de agitación y violencia que regresa al instante sublime de sopor y levedad.


El nuevo trabajo de Viaje a Ixtlán está terminado, quizá hasta sus temas se desbordan en cantidad y en posibilidades, pero sus sonidos aún están resguardados para que puedan ser liberados poco a poco. El breve trago de onírico líquido permite la interpretación libre de aquel temerario que prueba el brebaje, protegiendo la idea originaria de la cual es único dueño su creador e intérprete. Para lograrlo es necesaria la calma, la paciencia y la posibilidad de asimilación por medio del viaje propio sin mediación ni prejuicio. Las líricas sirven de brújula, pero todo queda en manos de quien se anima lanzarse a la mar para vivir su propia aventura.


La más reciente configuración de Viaje a Ixtlán está surcando los escenarios de su natal Argentina, poniendo a prueba de esta manera sus nuevos himnos de vuelo y ensoñación. El camino se muestra abierto para cualquier posibilidad, así que ahora nos toca a nosotros sumarnos a la invitación que busca romper las cadenas para liberar a la imaginación a través de la propuesta musical de una de las bandas más oníricas y mágicas del cono sur. La desesperación por saber qué más resguarda en su embarcación corre por las venas, pero tras la prisa existe un goce pleno de deleite que requiere ser digerido y saboreado lentamente.


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