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viernes, 13 de abril de 2018

La Iglesia Atómica : entre cúmulos de galaxias y viajeros musicales


La muerte de Stephen Hawking llevó a muchas personar a regresar la vista hacia las estrellas y revalorar las ideas de aquellos que alguna vez reflexionaron sobre lo que hay más allá de la atmósfera. Desde los afamados científicos como Albert Einstein hasta los grandes divulgadores de la ciencia como Carl Sagan, pasando por los escritores de ciencia ficción como H.G. Wells e Isaac Asimov, el deseo por saber lo que existe afuera de nuestro límites terrestres llevaron a recordar lo planteado en el pasado. 

La música no ha sido ajena a esta búsqueda desde antes del fallecimiento del mediático del británico físico teórico, por lo que a la memoria llegan míticas bandas como los suecos Yuri Gagarin, los franceses Mars Red Sky o los mexicanos Vinnum Sabbathi; grupos que en sus conceptos sonoros han mezclado el viaje musical con el cosmos para formular nuevas preguntas e imaginar nuevas respuestas. En dicho contexto se publica Gran Muro de Coma, un colosal álbum instrumental de proporciones épicas creado por la leyenda boricua del stoner y rock psicodélico La Iglesia Atómica.


Luego de la publicación su álbum debut en agosto de 2017 tras una larga carrera iniciada en 1990 (reseña-review), La Iglesia Atómica se dedicó a soltar sus demonios internos con la intención de que la música los guiara hacia nuevos horizontes sin límites ni presiones. El regreso del baterista Herb Pérez a las líneas de la banda al poco tiempo de la presentación del disco, permitió que el grupo explorara sus capacidades interpretativas por medio del jam y la improvisación que sólo los buenos músicos sin cadenas ni prejuicios pueden lograr. Así fue las guitarras de Martin Latimer besaron el cielo a través de la guía espiritual creada por las líneas de bajo de Agustín Criollo.

La primera prueba que mostró el camino que estaba tomando la banda de San Juan de Puerto Rico fue ...On a voyage to the moon, single publicado a través de su página de Bandcamp en octubre de 2017 que confesaba de manera descarada la pasión del power-trio por la experimentación y su gusto por soltar las riendas a la inspiración a partir de las fábulas interestelares y los viejos programas de difusión científica como Cosmos. Sin embargo, La Iglesia Atómica había compartido anteriormente dos grabaciones antes de su debut  ("Across wounded galaxies" y "Astro Jam"), ambos temas grabados directamente de los amplificadores que demostraban la capacidad para la improvisación teniendo al universo como fuente de inspiración.


Sin embargo, Gran Muro de Coma es el primer material de la banda creado de manera conceptual y dirigido hacia un mismo punto de implosión. Durante los primeros días de febrero de 2018, La Iglesia Atómica se encerró en el estudio ALFA/2.0 para crear una poderosa obra instrumental inspirada en la Voyager 1, aquella sonda espacial robótica lanzada en septiembre de 1977 por la NASA con el primer objetivo de fotografiar los planetas Júpiter y Saturno, pero una vez cumplido ello, la intención fue alcanzar el espacio interestelar fuera de los confines del sistema solar. A partir de mayo de 2015, Voyager 1 se convirtió oficialmente en el objeto construido por el hombre más alejado de la Tierra, pero no fue hasta agosto de 2012 que se determinó que la sonda había alcanzado el espacio interestelar. 

Dicho aparato de alcances cósmicos guarda en su interior una gran relación con la música, ya que conlleva un disco de gramáfono hecho en oro llamado The Sounds of Earth, el cual contiene diversas grabaciones como saludos (en 56 idiomas distintos) y una selección de temas como muestra de la cultura sonora de nuestro planeta. Entre dichas melodías podemos encontrar desde el Concierto de Brandemburgo de Bach hasta "Johnny B. Goode" de Chuck Berry, pasando por el son tradicional mexicano "El cascabel", cantos de los indios navajos de Estados Unidos o percusiones senegalesas. 


Formalmente, el Gran Muro de Coma es un cúmulo de mil galaxias ligadas por la fuerza de la gravedad con gas y polvo cósmicos a 300 millones de años luz de nosotros; conformando el núcleo de la segunda superestructura más grande del Universo. Este elemento cósmico fue una de las primeras pruebas que llevaron a construir el concepto de la "materia obscura" gracias a las observaciones del astrónomo de origen búlgaro Fritz Zwicky en 1933 (además de concebir la idea de las "supernovas"). 

La gran oda al Voyager 1 compuesta por La Iglesia Atómica lleva el nombre de Gran Muro de Coma porque la sonda espacial se dirige hacia dicha superestructura, siendo así una interpretación sónica de la travesía del aparato a través de su viaje intergalático. En primer momento escuchamos un conteo de lanzamiento para escuchar el primer movimiento del disco llamado "Viajero", una obvia melodía pensada en la máquina hecha por el hombre que contiene un mensaje sonoro en su camino hacia los confines del Sistema Solar. Enseguida escuchamos los acordes helados de "Nube de Oort", la cual representa la lucha de la sonda contra una esfera envolvente de cuerpos fríos que frena su velocidad, siendo además la última frontera para alcanzar el espacio intergaláctico. Finalmente escuchamos el mensaje del hombre al Universo por medio de su representante mecánico a través de "Hijo del Sol", nombre lógico derivado de nuestra estrella.  



Como una pequeña muestra de los que es Gran Muro de Coma, hemos escogido a "Nube de Oort" como el tema ideal. Siendo la pieza central del disco, en ella escuchamos el esfuerzo de la sonda espacial por abandonar el calor del sistema solar para enfrentarse a aquel conjunto de cuerpos helados que lo rodean. Siendo un concepto teórico, el viaje del power trío puertorriqueño sirve como un medio para demostrar la hipótesis sobre aquellos restos sobrantes de la formación del Sol y los planetas circundando nuestro vecindario planetario y dando origen a los cometas que iluminan nuestros cielos nocturnos.

"Nube de Oort" arranca con un riff poderoso y constante que simula la fuerza de la sonda viajera que ha iniciado su viaje más allá del sistema solar por medio de sus tres generadores termoeléctricos de plutonio. Poco a poco la velocidad decae así como sus propulsores lo harán en un futuro cercano, pero las diversas fuerzas gravitacionales provocados por los distintos objetos cósmicos, ayudarán a mantener a la máquina creada por el hombre para que cumpla su misión de entregar su mensaje musical a la gran muralla de galaxias. Bien podemos escuchar la influencia de la psicodelia cósmica de Jimi Hendrix, pero la capacidad interpretativa del grupo llevará a otros niveles al género para transformarlo en una bomba sonora de heavy rock, stoner y heavy blues que rompe todas las barreras  conocidas para crear algo totalmente nuevo. Tiempo, magia y sentimiento en un tema impresionante que nos toma de la mano para llevarnos de paseo por el espacio sideral y para mostrarnos la inmensidad del Universo que nos rodea. 


Gran Muro de Coma está sonando en los océanos electrónicos de Internet a través de la publicación digital de la disquera argentina South American Sludge Records. Su impresionante portada realizada por Julian Ciceri resguarda el sonido hecho por La Iglesia Atómica de manera directa e improvisada en el estudio, aunque el material fue mezclado y masterizado en Alemania por Eroc Ehrig y en Perú por Diego Cartulin (guitarrista de Ancestro). El disco ha sido lanzado al cosmos en búsqueda de oídos dispuestos, mentes abiertas y cuerpos sensibles que permitan el fluir de los acordes distorsionados a través de estrellas, planetas y galaxias... ¿Están dispuestos, hijos del Sol, a sumarse al viaje?


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