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viernes, 22 de mayo de 2015

“Blood lust” de Uncle Acid & the Deadbeats: entre la psicodelia maldita y el doom ácido


La ilustración de un rostro desencajado bajo una estética psicodélica y manchones que semejan sangre embarrada, sirven de portada para un peculiar disco. Un fantasma, un alma en pena, un muerto viviente. Esta no es la portada de alguna banda desconocida de los 60 y olvidada por el tiempo. Estamos frente la segunda placa de un grupo que logró guardar su identidad bajo un manto de misticismo, obscuridad y densidad, pero que su propia calidad los arrojó a las luces de los escenarios; al grado de ser abridores de los conciertos de Black Sabbath: éste es el Blood lust de Uncle Acid & the Deathbeats.

Recomendados por Leif Edling (bajista de la banda sueca de doom metal Candlemass), llegaron a la disquera Rise Above Records, empresa de Lee Dorrian (vocalista de Cathedral), donde consiguieron un contrato para grabar su segundo disco tras el reconocimiento alcanzado con Vol. 1 en el underground europeo. De esta manera, en 2011 publican sólo 100 copias de esta joya sonora, mismas que fueron numeradas a mano. Tal fue el éxito que, obviamente, se ha reeditado en varias ocasiones y en varios formatos.

Con las recomendaciones arriba mencionadas, esta banda no podía defraudar: un power trío nacido en Cambridge, Inglaterra que bebe directamente del rock más denso de principio de los años setentas, una psicodelia dura bajo un sabor terrorífico que busca sacudir totalmente al oyente. Por si no quedara claro, la propia Rise Above Records nos explica el sonido de la banda: una mezcla entre la original banda de Alice Cooper, el primer sonido de Black Sabbath y la agresividad sonora de The Stooges.

¿Pero quién carajos son estos tipos?

El misterio y el anonimato fue el manto que cubrió a los integrantes de Uncle Acid & the Deadbeats hasta que Blood lust se convirtió en un suceso en el mundo del doom y el hard rock. Con la poca información que se obtenía de los discos editados, pudimos saber que tres personas estaban involucradas en este proyecto, tres pseudónimos que nos daban una pequeña luz sobre la banda: Uncle Acid, Kat y Red.

Tras el éxito del disco y el deseo de los organizadores de eventos por contratar al grupo para interpretar en vivo las canciones, Uncle Acid salió del anonimato para contestar entrevistas y explicar quiénes o qué era Uncle Acid & Deadbeats. El productor de los discos, K.R. Starrs, era en realidad Uncle Acid: el vocalista, el guitarrista, el tecladista, el autor de las canciones…en pocas palabras, la cabeza del proyecto.

Tomando como base los riffs de guitarras al estilo Tony Iommi, Uncle Acid crearía atmósferas tétricas y contagiosas a la vez, a las cuales les sumaría otros instrumentos para crear un muro de sonido demasiado denso, infranqueable, pesado. Recordando el estilo de Phil Spector, K.R. Starrs utilizó amplificadores viejos para los instrumentos y equipos lo-fi para la grabación, superponiendo pistas sobre otras hasta crear el avasallante sonido de la banda. Por si fuera poco, el estudio de grabación está colocado dentro de una casa abandonada en los bosques ingleses conocida como The Barn, provocando una sensación más misteriosa a las sesiones.


K.R. Starrs había ideado el nombre de la banda a partir de la historia que alguna vez contó Rusty Day, vocalista de Cactus, aquella banda de hard rock de los 70, quien intentó realizar un proyecto alterno con el nombre de Uncle Acid and the Permanent Damage Band y que jamás fructificó en algo formal. La acidez delimitada con el nombre del grupo sirvió para explicar el sonido que se buscaba con este proyecto: el viaje psicodélico más fuerte posible de la mano de instrumentaciones de los primeros momentos doom. Es por eso que los músicos que acompañan al productor inglés tomarían el nombre de The Deadbeats.

Las voces son otro elemento primordial del sonido del grupo: juegos corales de tono agudo, rasposo, decaído y doloso que encuentran influencia en gente como John Lennon, Robert Plant, Neil Young y Ozzy Osbourne. Brujas en penosos lamentos que dejan caer sus maldiciones sobre los inquisidores… Para Blood lust, Uncle Acid grabó todas las vocales y las mezcló en doble track para lograr el efecto tenebroso que él deseaba; aunque en entrevistas posteriores ha aceptado sus limitaciones como cantante.

Sin ser descubiertos hasta el momento las personalidades detrás de Kat y Red, Uncle Acid sólo nos ha dejado saber que fueron músicos de sesión que ayudaron con sus capacidades interpretativas para alcanzar la atmósfera obscura que traía en mente el productor; pero que no tenían las cualidades ni los deseos para llevar el disco a los escenarios, por lo que al término de las grabaciones de Blood lust, fueron contratados Yotam Rubinger (segunda guitarra y voces), Dean Miller (bajo) y Itamar Rubinger (batería), convirtiéndose en la imagen de los Deadbeats.


El concepto

Comienzan los primeros segundos del Blood lust y un tétrico teclado da fondo a una televisión que cambia de canales, pero en ellos sólo se pueden escuchar una sola cosa: diálogos de antiguas películas de terror y suspenso.

 Tras un largo tiempo viendo películas de horror y serie b de los años 70, K. R. Starrs decidió crear un disco que se convirtiera en un recorrido por esas cintas, un guión que imaginara escenas y diálogos. Con esta idea, se refugió en The Barn, un estudio de grabación instalado en una granja abandonada en la neblina de los bosques ingleses, con la intención que el ambiente ayudara en el proceso de composición.

De esta manera, las liricas de Blood lust  describen misas negras, ritos satánicos, brujería, asesinatos y actos de tortura a través de un un hilo conductor: la sed por la sangre. Pequeñas historias de horror y obscuridad que tienen en el culto satánico su mayor inspiración. El sacrificio de una joven vírgen desata la imaginación de Uncle Acid hacia imágenes saturadas de hechicería, sangre y dolor.

Para lograr este objetivo, la banda hace de la música su mayor aliado. Al construir un muro sonoro cimentado en doom de principios de los 70 (Black Sabbath, Pentagram), la psicodelia más ácida de finales de los 60 (Iron Butterfly) y la fuerza bruta y de baja fidelidad de las bandas proto-punk (The Stooges). ES por ello que ell sonido del Blood lust conjuga los 5 discos favoritos de Uncle Acid: el hard rock y la obscuridad del Black Sabbath de Black Sabbath (1970); los primeros juegos del pop con la psicodelia y los juegos vocales del Revolver de The Beatles (1966); las voces y la melancolía de las irónicas letras del Tonight’s the night de Neil Young (1975), el denso stoner del Dopesmoker de Sleep (2003) y la psicodelia total de juegos líricos contenidos en el Are you experience? de The Jimi Hendrix Experience (1967).


Canción por canción

I’ll cut you down: aquí está el hombre lleno de maldad, sin esperanzas y sin ilusiones. El engaño es su arma principal, ha cambiado lo dicho por los textos santos para su beneficio. Drogas, riquezas, poder: todo lo puede ofrecer. Sólo se necesita hacer un sacrificio, se requiere la sangre de una joven mujer. Ella no lo sabrá, no está en sí misma, no del todo… Los primeros segundos de esta canción es un tributo directo a Grand Funk Railroad: los oscuros diálogos tomados de una televisión de cambia de canal recuerdan el inicio de Paranoid y el primer riff es un juego de acordes descendentes muy al estilo de Into the sun, Sin embargo, cuando comienza propiamente la melodía, la rola explota con todos los instrumentos en un salvaje ritmo digno de un aquelarre: brujas bailando ante el fuego dedicado al macho cabrío, hombres encapuchados alrededor de la bella joven que será sacrificada. El video promocional muestra un baile sobre una pista hacia finales de los 60 dentro de atascado juego de filtros psicodélicos.


Death’s door: la mano del maldito se ha levantado para torturar, para subyugar, para sacrificar. Tras un sádico rito, queda el cuerpo de la mujer ofrecida moribundo frente a la puerta de la muerte. Ahora se postra sobre él la fuerza para dominar ciudades y atormentar a toda la gente que habita en esa tierra, sin importar clases ni razas. El deseo de sangre nunca terminará… Un riff de guitarra al estilo de las figuras melódicas de Black Sabbath marca el inicio de la rola, a la cual se suman otra guitarra repitiendo lo de la primera pero en un tono agudo. El bajo sólo da unos toques y los platillos de la batería marcan el acompasado ritmo. Tras la introducción, el cambio melódico nos lleva como una negra procesión hacia un aletargado camino de pesadez y dolor. El solo de guitarra rompe con el monótono sonido de marcha fúnebre en un juego psicodélico de notas que se escapan entre las manos.

Over and over again: La bruja se encuentra ardiendo sobre la pira funeraria que se ha colocado al centro del pueblo. Todos la escuchan gritar una y otra vez, pero las desgracias no terminarán cuando su cuerpo se consuma. A través de sus ojos se observan cielos obscurecidos, una maldición ha lanzado sobre todos para vengar su dolor, y ahora lo único que se escucharán son los gemidos de la gente una y otra vez… El ritmo sube en esta tercer canción del disco gracias a un riff de guitarra en doble track que gira sobre sí mismo una y otra vez, tal como sugiere el título de la canción. Un solo de guitarra quiebra el repetitivo ritmo, figuras que recuerdan las guitarras siamesas de Tony Iommi, pero que quedan atrapadas en el muro de sonido que crea el grupo con el resto de los instrumentos tocando al unísono.

Curse in the trees: el antiquísimo miedo al bosque del hombre. En su atemorizante obscuridad, un acto de tortura ocurre. Entre los árboles se  puede ver el cuerpo carbonizado de la bruja quemada que ha logrado su revancha a través de quien osó pernoctar en el bosque maldito. No hay arrepentimiento ante el dolor, el sufrimiento y los gritos de horror, sólo hay muerte y venganza…. El recuerdo a Black Sabbath y su rola homónima es inegable: ritmo lento de notas arrastradas que dejan atrapado al oyente en una lúgubre melodía. Tras la lenta introducción el ritmo se acelera hacia un rock pesado que aplasta con su paso fuerte. El segundo solo de guitarra, cerca del final de canción, nos regala una cascada de notas  cortadas tal como si se lo hiciera un cuchillo.

I’m here to kill you: el asesino solitario hace su declaración antes de cometer su crímen: “estoy aquí para matarte”. Las estrellas le han dicho qué hacer y él hasta ha visto el futuro: debe cumplir el destino trazado. Estas son las semillas de lo sembrado: la sed de sangre, la maldad, las ideas. Sirven de justificación y no hay marcha atrás… Ritmos agitados, cortantes para una extraña melodía enferma que recrean la atmósfera de una persecución a muerte. El solo de guitarra flota sobre la estructura sonora, pero su explosión termina en acordes muy al estilo de los primeros discos de Iron Maiden. La mención honorífica se la lleva la interpretación de la batería, que con juegos de redobles y contratiempos de platillos ride logran crear el ritmo necesario.


13 candles: ha comenzado el ritual del pecado. 13 velas negras de rojo y ardiente brillo iluminan la obscura noche. Magia negra, demonios invocados, sombras reptantes, el macho cabrío, un sacrificio y la muerte en un mismo lugar. Una misa negra ha sido realizada… Los ritmos regresan al sombrío sonido heredado del Black Sabbath de sus primeros discos, pero alcanza un despegue al encontrar las armonías vocales un juego de contrapeso. De un solo golpe, la melodía nos lleva a una macabra danza de muerte y pecado. Hacia el final de la guitarra se escuchan dos solos de guitarra haciendo un duelo entre sí con figuras en tonos armónicos que terminan juntándose para la misma figura, recordando el estilo sonoro de Thin Lizzy o Iron Maiden.

Ritual knife: el sacrificio de una mujer joven y virgen para ser ofrecido a una obscura deidad es el referente inmediato cuando nos referimos a un rito satánico, de magia negra o brujería. El símbolo de pureza es entregado al espíritu maligno para entregarle su energía, su fuerza y su inocencia. Resistencia, sangre y dolor son los símbolos del ritual que encuentra su cenit en la entrada del cuchillo en el cuerpo ofrendado. Pero todo puede ser una metáfora, porque en esta ocasión no habrá muerte, sólo habrá sexo, violación, la pérdida de la virginidad; la historia puede ser otra… Los instrumentos entonan una marcha tétrica de tambores rituales que quiebran en un ritmo pop de la frase final de cada estrofa. El solo de guitarra logra hacernos volar hacia un viaje muy ácido hasta la perdición, y si no, escuchen las notas como se caen idénticas a pedazos de cristal sobre el piso. El video de la canción está hecho precisamente con extractos de la serie de películas que vió K. R. Starrs al componer el disco.


Withered hand of evil: luego de rituales a su honor, de misas negras que invocaron su nombre y de sacrificios hechos en búsqueda de su poder y su gloria, el demonio se hace presente. Es un ángel que hierve por dentro, una bestia sin jaula cegada por la ira. El mundo será atormentado y aplastado por el maldito. Aquí está y te tiende su marchita mano… El juego de guitarras distorsionadas sobre el efecto de cuerdas logrado por el mellotrón crea una misteriosa sensación de temor al iniciar la rola. Poco a poco la melodía se queda en un sabor doom de pesadez, de guitarras densas y percusiones que asemejan pies que se arrastran sobre el suelo. Sin embargo, al final la melodía se convierte en un melancólico vals que envuelve al escucha lentamente en un baile tomado de la mano con el propio demonio.

Down to the fire: el bosque se deja escuchar en su tranquilidad. Ahí está la joven de ojos hundidos y rostro gris, de larga capa negra que le cubre su cabello. Su helada mirada se ha fijado sobre el aventurero y ha quedado atrapado en su embrujo. Ha buscado solución a su problema en Dios, y él le ha mandado al sacerdote quien sólo le ha dicho la verdad: esa bella joven practica hechicería y ha quedado bajo su fuego… Track acústico de regalo en la reedición de la placa en versión CD, el cual nos deja un agradable sabor a medievo, a gitano y a folk cercano al Battle of evermore de Led Zeppelin. Hermosa magia que embruja al oyente  irremediablemente.



Aquí está el segundo disco de Uncle Acid & the Deadbeats: Blood lust. 45 minutos de satánica psicodelia contenida en una joya que tiene todo para convertirse en un clásico.



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